Aquí os dejamos una nueva edición del Consultorio Balbino. ¡Muchas gracias por vuestro sentido del humor!

Os recordamos que podéis enviar vuestras preguntas al correo amigos@balbino.eu

 

¿A favor o en contra de la silla en la playa?

Agradecemos que esta pregunta nos llegue cuando el verano está a punto de cerrarse ya que, después de la política y el fútbol, es uno de los asuntos que más radicaliza a la gente.

En Balbino estamos a favor de la comodidad. Eso quiere decir que estamos a favor de la silla de playa. Es más, estamos a favor de todo el equipo: silla, sombrilla y cualquier tipo de extra que te haga la vida más fácil en ese entorno hostil que es la arena.

La silla de playa te permite estar en una posición cómoda -damos por hecho que estamos hablando de una silla que permite la reclinación a medida-. Puedes dormir, leer, charlar… pero, sobre todo, puedes comentar la vida con displicencia, que es una de las mejores cosas que tiene, precisamente, la vida.

Tú te instalas en la silla, con actitud de mando en plaza, y empiezas a observar al personal. El que corre por la playa y se nota que no corrió en la vida, los que juegan a las palas con unas palas tan malas y una pelota tan volátil que convierten el juego en un acto de fe, los que se han quedado dormidos y empiezan a quemar -no como tú, que estás bajo tu sombrilla-, las que hacen escorzos para leer tumbadas en su toalla. A todos ellos los contemplas con actitud de árbitro de tenis. Y todos ellos querrían tener tu silla, aunque no lo parezca.

La silla de playa es una actitud ante la vida. Una actitud cómoda y práctica. Puedes resistirte todo el tiempo que quieras, pero una vez que la pruebes, no querrás volver.

Las primeras veces nadie te va a librar de la extraña sensación del paseíllo con la silla en la mano, planteándote hacia dónde va tu vida y rezando por no encontrarte a nadie conocido. Si eso sucede, ¡fuera caretas!, no tengas miedo a reconocerlo. Al contrario, tienes que sentir orgullo. La silla de playa es un avance de la Humanidad. Está casi al nivel de la rueda.

 

Le he dicho a mi hijo que no soy el Banco de España, ¿en qué punto me sitúa eso como madre?

No sabemos el punto exacto, pero desde luego que en una nueva etapa. Una etapa en la que entras a formar parte de la mayor empresa pública de este país, que es el Banco de España. La institución se fundó el 2 de junio de 1782 y ya ese mismo día, en la madrileña calle de Alcalá, una madre le dijo a su hijo que no era el Banco de España. Porque la entidad financiera se fundó con un sistema casi perfecto: todas las madres del mundo forman parte de la misma. Son sucursales móviles.

Los niños, de pequeños, tienen todavía la mirada amplia y se dan cuenta de que algo pasa con sus madres. De que esa forma de gestionar la vida no es normal. Por eso piden y piden y piden, para comprobar si está sucediendo lo que ellos sospechan. Ahí las madres -muy bien entrenadas por el departamento de Formación del Banco- utilizan un tono que disipa todas las dudas. Te dicen que no son el Banco de España de una forma en la que realmente te convencen de que no son el Banco de España. Aunque lo son. Y luego ya te pasas varios años en un limbo inconsciente en el que más o menos te olvidas del tema, hasta que un día te llega el certificado de que has pasado a formar parte del Banco de España. Y ese día es, efectivamente, el primero en el que utilizas la expresión. Ahora te toca a ti guardar este secreto que nosotros hemos destripado.

Debemos señalar que hay otras compañías que utilizan el mismo mecanismo. En el Norte, por ejemplo, las madres y los padres forman parte de Hidroeléctrica del Cantábrico, que los ha entrenado para perseguir a sus hijos por la casa al tiempo que van apagando las luces encendidas y declamando, con cierto tono dramático: “¡Que no soy Hidroeléctrica del Cantábrico!”.

 

¿Es mejor irse de las vacaciones en un día lluvioso o en uno soleado?

En general es mejor no irse. A partir de ahí, empezamos a bajar el umbral de la melancolía hasta hacerla más o menos soportable. ¿Y qué hace el ser humano ante problemas de profundo calado como este que nos planteas? Pues se va poniendo capas de autoengaño. En realidad, te da igual que haga bueno o malo. Si hace malo, vas a pensar que qué bien que hace malo, que elegiste el día perfecto para irte. Y si hace bueno, vas a pensar lo mismo, pero al revés. Si eres un ser un poco más optimista, a lo mejor te quedas con que al menos te llevas un buen recuerdo final. Pero no, no te engañes. Volver de vacaciones es una caca. Con lluvia y con sol.

 

Si quieres consultar ediciones anteriores del boletín, puedes empezar por aquí.