David Guetta pinchará todos los viernes y lunes de agosto y septiembre en la discoteca Ushuaia, en Ibiza. Allí caben, según dónde lo mires, entre 4.000 y 7.000 personas.
Nosotros somos más de boleros que de música electrónica y más de estar en casa que de lanzarnos al mogollón. Tiene cierta lógica: básicamente vendemos zapatillas de estar por casa y libros. Así que es probable que te estés preguntando qué demonios hacemos hablando de un pinchadiscos de fama internacional y una gran discoteca.
Pues resulta que el otro día nos entró un pedido de tres pares de zapatillas desde Ibiza. En plena ola de calor de este caluroso verano de 2022.
A veces nos pasa que, cuando hacemos una venta de zapatillas fuera de temporada, pensamos que es un error. Y esperamos que justo después del correo con el pedido llegue otro diciendo que perdón, que se han equivocado y que si por favor podemos anularlo. Pero es solo otro de los miedos del emprendedor. Si lo piensas, ¿quién va a cometer un error tan complicado como entrar en tu web, seleccionar un modelo y una talla de zapatillas -tres modelos y tres tallas de zapatillas, en este caso- meter su número de tarjeta, su código personal y confirmar después con su banco que sí que quiere caer en ese supuesto error? Es probable que la caída de Lehman Brothers fuera menos complicada.
El pedido llegaba desde un piso en el centro de Ibiza e, intrigados por los motivos, aprovechamos para preguntarle, vía correo electrónico, qué hacía alguien de Ibiza comprando Balbinos en pleno agosto.
“Llamadme y os cuento”, explicó María de la Concepción en un correo en el que añadía su teléfono.
“Como me volváis a llamar María de la Concepción os devuelvo las zapatillas. Llamadme Chelo”. No habían transcurrido diez segundos de conversación y ya estábamos a punto de mandar la venta al traste.
Sentadas las bases de la confianza mutua -aquí Chelo, aquí Balbino- la señora nos explicó que en invierno, en Ibiza, hace frío –“yo salgo con el plumas a la calle”- y, como no hay casi calefacción, hace “aún más frío”. Que le había encargado a su sobrina que le comprara unos pares de zapatillas y que, ya que estaba, le regalaba unos a ella y a su pareja. Pasó a ser entonces la tía Chelo -casi todos tenemos una tía Chelo- y decidió que tenía que enseñarnos el frío que hacía en invierno, aunque fuera en agosto. Comenzó una visita virtual por su salón. Lo explicó con tal nivel de detalle -orientación, número de ventanas y sofás, etc.- que pudimos sentir el frío de Ibiza en agosto.
Nos despedimos agradeciéndole la compra, la amabilidad y la experiencia gratuita de realidad virtual. Quedó en venir a visitarnos si se pasaba por Asturias. “Es poco probable, porque no he salido de la isla en 40 años, pero así la despedida es más amable”, zanjó.
Al colgar, buscamos las temperaturas medias del invierno en Ibiza. No porque no nos fiáramos de la tía Chelo, sino por curiosidad de vendedores de zapatillas de estar por casa. Efectivamente, las mínimas pueden oscilar entre los 7 y los 8 grados.
Pero el algoritmo debe de saber algo que nosotros no y, mientras buscábamos cosas sobre Ibiza, en lugar de ofrecernos conciertos de Los Panchos nos lanzó una publicidad de las actuaciones de David Guetta. Abrimos el enlace y nos sorprendió el número de sesiones que tenía por delante.
“¿No se cansará de pinchar todos los viernes en el mismo sitio?”, dijo uno.
“Es un poco como Las Vegas, ¿no?”, añadió otra.
Inspeccionando el calendario, comprobamos que su último bolo será el 3 de octubre.
Calculamos que, para esa fecha, la tía Chelo estaría estrenando sus Balbino. Y recuperamos el calor que habíamos perdido durante la inesperada visita virtual a su salón.
P.S: Ojalá un Tiny Desk de David Guetta en el salón de la tía Chelo.